martes, 11 de octubre de 2011

El gran día

Abro los ojos, no reconozco la pared que veo y me pregunto donde estoy, doy la vuelta y veo mi vestido de novia colgado. Ese era el indicador que necesitaba: Me casaba ese día. Despertarme en casa de mi madrina de matrimonio fue algo extraño, estaba acostumbrada a levantarme y ver al que hoy es mi esposo al otro lado de la cama. "Here comes the bride, here comes the bride", canta Lolo para despertarme, pero la ansiedad hace mucho rato había hecho ese trabajo.

La mañana fue muy suave, en el spa hicieron un gran trabajo relajandome y dejandome lijera como pluma. Los problemas empezaron cuando me dirijí a la peluquería (consejo a futuras novias: JAMÁS SE PREPAREN EN UNA PELUQUERÍA QUE SE INAUGURA EL MISMO DÍA DE SU MATRIMONIO). La señora que estaba antes que yo llegó tarde y como alguien em dijo por ahí "cuando a un doctor le llega tarde un paciente, queda colgado con las citas por el resto de la jornada". Me atendieron a las 11:48 am -cuando mi cita era a las 11:00 am-, me cortaron el cabello, me sirvieron vino, llegó la móvil de una emisora y con ellos más gente -sí claro, porque eso era exactamente lo que necesitaba, más gente-.

Finalmente, después de dos horas y 15 minutos, salí de la peluquería luego de tener mis tres minutos de fama al hacer mi intervención al aire. Me pude dar cuenta de que Lolo es "más que un volante y cuatro ruedas". Rauda y veloz me condujo al sitio donde me maquillarían: la casa del padrino. Con el novio en la habitación contigua, el proceso de maquillado fue algo... interesante. A las 3:45 pm, salimos disparadas para poder arreglarnos, peinada y maquillada pero sin vestido, me apuré al ascensor para luego vestirme y romper mi record, estuve lista en menos de cinco minutos, tratando de no llegar tan tarde. Para mi sorpresa, fui yo quien llegó primero a la iglesia. Quien lo diría, dos accidentes en menos de media hora en un radio de 14 calles harían que el novio pareciera estar en the amazing race corriendo por llegar a la meta atravesando las avenidas a pie. Finalmente descendí del "noviamovil" para darme cuenta de que no había ni bouquet ni anillos. "No importa. Quien te ama te está esperando en el altar" pensé. Los ojos se me llenaron de lagrimas al ver que el abuelo -del novio, aunque para mí siempre ha sido mi abuelo también- tocaba la amrcha nupcial. A medio camino, tomé la mano del hombre que amo y caminamos juntos hacia el altar.

La ceremonia fue fluída y divertida, al mismo tiempo que muy emotiva, dado que mi amado sostuvo mi mano todo el tiempo, como haciendome saber "estamos juntos en esto".


Luego vino la celebración. Un rápido retoque en la peluquería, fotos y luego a l panadería a comer pandebono!. Fotos, fotos y más fotos, risas, más fotos. La recepción fue muy divertida y el pastel fue la sensación.


Ver a todos felices, sonriendo y pasandola bien con nosotros fue algo que simplemente jamás olvidaré. Hubo momentos divertidos, otros románticos, pero definitivamente I had the time of my life at my wedding.

Mi recomendación para quienes decidan emprender este viaje: háganlo a su manera. Es su día y es su decisión como quieren recordarlo. Yo, elejí recordar estar haciendo caras fuera de la iglesia para que em tomaran fotos, haber ido a la peluquería después de la ceremonia para que me tomaran fotos y me retocaran el peinado, comer pandebono caliente en una panadería, perseguir patos en un parque, jugar billar con los asedios del club, bailar hasta cansarme y reirme de todos y con todos. Elejí recordar habarme casado con mi mejor amigo, el amor de mi vida.

1 comentario:

  1. Sin duda, será un día que yo tampoco olvidaré... sobre todo por la salida a comer pandebonos :p
    Besos!

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